La hernia de disco cervical es un problema en la columna vertebral que ocurre cuando uno de los discos que se encuentran entre las vértebras del cuello se rompe y su contenido interno presiona los nervios que se extienden hacia los brazos. Esto puede causar dolor de cuello y una afección conocida como cervicobraquialgia, que es un dolor que se irradia hacia los brazos.
Los síntomas de la hernia de disco cervical pueden variar de leves a graves, dependiendo de la cantidad de presión que se ejerce sobre los nervios. El dolor de cuello es común, pero también puede haber dolor en los brazos, debilidad, hormigueo y entumecimiento. En algunos casos, los pacientes también pueden experimentar problemas de equilibrio y mareos.
El tratamiento para la hernia de disco cervical depende de la gravedad de los síntomas. En la mayoría de los casos, los síntomas pueden aliviarse mediante terapias no invasivas, como la fisioterapia, los analgésicos, los antiinflamatorios y los ejercicios de fortalecimiento y estiramiento. Los tratamientos invasivos, como la cirugía, solo se consideran si los síntomas son graves y no responden a los tratamientos no invasivos.
En resumen, la hernia de disco cervical es una afección que puede causar dolor de cuello y cervicobraquialgia. Los síntomas pueden variar y su tratamiento dependerá de su gravedad. Los tratamientos no invasivos son generalmente efectivos, pero la cirugía puede ser necesaria en casos graves. Si experimenta dolor de cuello o síntomas neurológicos en los brazos, es importante buscar atención médica.
discos que se encuentran entre las vértebras de la columna se rompe y su contenido interno presiona los nervios que se extienden hacia las piernas.
Esto puede causar dolor lumbar y una afección conocida como lumbociatalgia, que es un dolor que se irradia hacia las piernas.
Los síntomas de la hernia de disco lumbar pueden variar de leves a graves, dependiendo de la cantidad de presión que se ejerce sobre los nervios. El dolor lumbar es común, pero también puede haber debilidad en las piernas, hormigueo, entumecimiento y dificultad para caminar. En algunos casos, los pacientes también pueden experimentar incontinencia urinaria o fecal, lo que requiere atención médica inmediata.
El tratamiento para la hernia de disco lumbar depende de la gravedad de los síntomas. En la mayoría de los casos, los síntomas pueden aliviarse mediante terapias no invasivas, como la fisioterapia, los analgésicos, los antiinflamatorios y los ejercicios de fortalecimiento y estiramiento.
Los tratamientos invasivos, como la cirugía, solo se consideran si los síntomas son graves y no responden a los tratamientos no invasivos.
En resumen, la hernia de disco lumbar es una afección que puede causar dolor lumbar y lumbociatalgia. Los síntomas pueden variar y su tratamiento dependerá de su gravedad. Los tratamientos no invasivos son generalmente efectivos, pero la cirugía puede ser necesaria en casos graves. Si experimenta dolor de espalda o síntomas neurológicos en las piernas, es importante buscar atención médica.
El canal estrecho lumbar es un trastorno que se produce cuando la columna vertebral se estrecha y comprime los nervios espinales que se extienden desde la médula espinal hacia las piernas. Este problema puede causar dolor lumbar, debilidad en las piernas, hormigueo y entumecimiento en las extremidades inferiores y/o dificultad en la marcha por sensación de cansancio muscular que aparece a los pocos metros. Los tratamientos modernos del canal estrecho lumbar se centran en aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Uno de los tratamientos más efectivos es la terapia física, que incluye ejercicios de fortalecimiento y estiramiento para mejorar la flexibilidad de la columna vertebral y reducir la presión sobre los nervios. También se pueden usar técnicas como la tracción espinal, la manipulación quiropráctica y la acupuntura para aliviar el dolor y mejorar la función neurológica.
En casos más graves, se puede recomendar la cirugía. La cirugía de descompresión lumbar es el tratamiento más común y consiste en eliminar la parte del hueso que está comprimiendo los nervios, esta es factible realizarla con métodos de mínima invación. La cirugía de fusión vertebral también puede ser necesaria en algunos casos, especialmente si hay una deformidad espinalo inestabilidad del segmento vertebral asociada con el canal estrecho lumbar.
En resumen, los tratamientos modernos del canal estrecho lumbar incluyen la terapia física, la tracción espinal, la manipulación quiropráctica, la acupuntura y la cirugía en casos graves. La elección del tratamiento dependerá de la gravedad de los síntomas y la causa subyacente del canal estrecho lumbar. Es importante buscar atención médica si experimenta dolor lumbar o síntomas neurológicos en los miembros inferiores.
La estenosis del canal cervical constituye una entidad patológica caracterizada por la reducción anormal del diámetro del canal espinal en la región cervical, generando compresión sobre las estructuras nerviosas circundantes. La clasificación de esta condición se efectúa según la etiología subyacente, dividiéndola en estenosis congénita, adquirida degenerativa o iatrogénica, y estenosis por procesos inflamatorios o traumáticos.
Desde el punto de vista clínico, los pacientes suelen manifestar síntomas progresivos, como dolor cervical, irradiación a los miembros superiores, parestesias, y debilidad muscular. La gravedad de la clínica se correlaciona directamente con la magnitud de la compresión neural y la presencia de factores coexistentes, como hernias discales o espondilosis.
El diagnóstico de la estenosis del canal cervical se basa en la utilización de técnicas de imagen avanzadas. La resonancia magnética (RM) emerge como la herramienta primordial para visualizar con detalle las estructuras nerviosas, discernir la presencia de compresión y evaluar posibles factores contribuyentes, como hernias discales o cambios degenerativos.
En lo que respecta al tratamiento, la gestión de la estenosis del canal cervical involucra tanto medidas conservadoras como intervenciones quirúrgicas. Las opciones conservadoras abarcan fisioterapia, analgésicos, y modificación de la actividad física, mientras que la cirugía, como la laminectomía cervical, se contempla en casos refractarios o con déficits neurológicos significativos.
La comprensión detallada de la estenosis del canal cervical, desde su clasificación hasta las modalidades de tratamiento, resulta esencial para el abordaje efectivo de esta patología. La individualización del tratamiento, considerando la gravedad de los síntomas y las características anatómicas, se erige como un elemento central para optimizar los resultados clínicos y mejorar la calidad de vida de los pacientes afectados.
La espondilolistesis lumbar constituye una condición patológica caracterizada por el desplazamiento anterior de una vértebra con respecto a la subyacente en la columna lumbar. Su clasificación se estructura en diversos grados según la magnitud del deslizamiento, donde el Grado I implica un desplazamiento menor, mientras que el Grado IV y V indican desplazamientos más sustanciales.
Desde el punto de vista clínico, los pacientes pueden presentar una variedad de síntomas, que van desde dolor lumbar crónico hasta manifestaciones neurológicas, como debilidad y parestesias en las extremidades inferiores. La sintomatología puede estar influenciada por factores como la etiología subyacente, la edad y la magnitud del deslizamiento vertebral.
El diagnóstico de la espondilolistesis lumbar se fundamenta en técnicas de imagen avanzadas, siendo la radiografía simple, la tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM) herramientas fundamentales. Estas modalidades permiten la evaluación precisa del grado de desplazamiento, así como la identificación de posibles complicaciones, como estenosis del canal espinal o hernias discales concurrentes.
En términos de tratamiento, se consideran enfoques tanto conservadores como quirúrgicos. Las medidas conservadoras abarcan terapia física, medicamentos analgésicos y antiinflamatorios, así como limitaciones en la actividad física. En casos refractarios o con síntomas neurológicos significativos, la intervención quirúrgica puede ser necesaria, abordando la estabilidad vertebral y aliviando la compresión neural.
La comprensión integral de la espondilolistesis lumbar, desde su clasificación hasta las opciones terapéuticas disponibles, es crucial para una gestión efectiva de esta condición compleja. El abordaje individualizado, considerando factores clínicos y radiológicos, se revela como un elemento central en la optimización de los resultados clínicos y la mejora de la calidad de vida de los pacientes afectados.
La discopatía degenerativa, una afección común de la columna vertebral, se refiere al desgaste progresivo de los discos intervertebrales, esos «amortiguadores» entre las vértebras que nos permiten flexionarnos y movernos con comodidad. A medida que envejecemos, estos discos pueden experimentar cambios negativos.
La evolución de la discopatía degenerativa está vinculada al paso del tiempo y al desgaste natural del cuerpo. A medida que los discos se descomponen, el espacio entre las vértebras puede reducirse, generando molestias y, en casos más severos, dolor.
El diagnóstico se realiza mediante imágenes, principalmente resonancia magnética (RM). Esta técnica nos ofrece un vistazo detallado al estado de los discos, mostrando posibles hernias, reducción del espacio entre las vértebras y otros cambios degenerativos.
En cuanto al tratamiento, existen enfoques variados. Medidas conservadoras, como fisioterapia, cambios en el estilo de vida y medicamentos para el dolor, pueden ser efectivas en casos leves. En situaciones más complicadas, se pueden considerar intervenciones más especializadas, como inyecciones para aliviar el dolor o, en casos extremos, cirugía.
Es importante destacar que la discopatía degenerativa es parte natural del envejecimiento, y el tratamiento debe adaptarse a cada persona. Mantener un estilo de vida saludable, con ejercicios adecuados y cuidado postural, también desempeña un papel crucial en el manejo de esta condición. En última instancia, entender la discopatía degenerativa nos ayuda a abordarla de manera integral, buscando mejorar la calidad de vida de quienes la experimentan.
¿Por qué puede producirse dolor en la columna si no hay hernias ni compresiones?
Múltiples factores determinan la aparición de dolores en la columna. Entre ellos, tal vez los más frecuentes son los fenómenos asociados a la sobrecarga de las articulaciones que unen lateralmente las vértebras en sentido superior-inferior. Estas articulaciones se llaman articulaciones facetarias por estar formadas por un complejo dependiente de las facetas articulares de las vértebras. Se trata de pequeñas articulaciones que sufren con el tiempo procesos degenerativos normales, acelerados y agravados por factores dependientes de cada individuo. Entonces se llegará en algún momento de la vida, en general después de los 30 años y principalmente después de los 40, a la presencia de artrosis facetaria o espóndil-artrosis en estos segmentos, donde el más afectado es el segmento de la columna lumbar. La artrosis lleva a un aumento reactivo del tamaño de las facetas y puede producirse dolor por afectación de los nervios que dan la sensibilidad a estas articulaciones. Cuando se producen síntomas debido a estos cambios (lumbago y otros, como dolores cervicales), se llega al llamado síndrome facetario.
¿Qué es el Síndrome Facetario?
Es un conjunto de síntomas y signos producidos principalmente por fenómenos patológicos de las articulaciones facetarias en los diferentes segmentos de la columna, principalmente en la columna lumbar. Esto lleva a desarrollar lumbagos mecánicos crónicos, con ausencia en general de componentes como hernias de los discos y estrechamientos significativos del canal (ver estenorraquis). Entonces, cuando el dolor asociado a segmentos de la columna no se relaciona a hernias discales ni estrechamientos, ni conlleva un compromiso neurológico, se puede hablar de un síndrome facetario.
¿Cómo se llega al diagnóstico?
Los síntomas del paciente y su examen clínico son lo más importante en estos casos. Los hallazgos de la resonancia magnética, escáner y radiografías en general sólo muestran los cambios descritos de las facetas articulares (artrosis), derrames articulares, etc.), sin otros hallazgos relevantes. En muchas ocasiones junto a una hernia discal o estenorraquis se encontrarán también signos de artrosis facetaria.
¿Cómo se puede tratar un síndrome facetario?
Como en todos los problemas de la columna vertebral, siempre es conveniente iniciar los tratamientos con medidas conservadoras como analgésicos, reposo relativo y terapia motora guiada, junto con un estudio diagnóstico acabado.
Cuando no hay una respuesta satisfactoria a estas medidas o cuando los síntomas son muy intensos, es necesario realizar procedimientos específicos tendientes a aliviar el dolor de este origen. Estos son las neurotomías facetarias y los bloqueos facetarios.
Una Neurotomía Facetaria es la ablación o eliminación , por diversos métodos, de los pequeños nervios que transmiten la sensación de dolor exclusivamente desde las articulaciones facetarias de las vértebras afectadas. Así, en el lumbago, se dirigirá la neurotomía hacia las facetas de las vértebras lumbares, en general las 3 o 4 últimas con sus respectivas articulaciones. Este procedimiento es llevado a cabo con visión de rayos X, con el paciente despierto en la gran mayoría de los casos y con anestesia local. Es un procedimiento ambulatorio y con mínimas incomodidades, ya que se realiza a través de pequeñas punturas en los sitios afectados, sin incisiones.
La técnica más difundida y probada de realizar las neurotomías es a través de la radiofrecuencia. Con este método, una vez que el médico ha posicionado el electrodo en la articulación indicada guiado por rayos X en el pabellón, se realiza una estimulación y luego una lesión de los nervios implicados en el dolor con radiofrecuencia, y el calor secundario a ella. La intervención completa dura alrededor de 30-40 minutos, es realizada en pabellón con anestesia local y en modalidad de paciente ambulatorio la gran mayoría de las veces. Además de la neurotomía, se realiza en el mismo acto un Bloqueo Facetario con anestésico y corticoides, que consiste en realizar el mismo procedimiento antes indicado, con la diferencia que no se aplica radiofrecuencia sino una solución de anestésico y corticoides para disminuir el dolor temporalmente. Los tratamientos con ozono también están teniendo sus indicaciones en algunos casos, con buenos resultados cuando la indicación es la correcta.
¿Cómo son los resultados?
En general los resultados son satisfactorios, con disminución del dolor en alrededor del 90% de los pacientes y con alivio total de éste en cercal del 75%. Se debe tener en cuenta que la neurotomía representa teóricamente una opción de mayor duración o más definitiva que los bloqueos al buscar eliminar los nervios causantes del dolor facetario. Se considera a este tipo de tratamientos como paliativos, es decir, que cumplen una función de disminuir el síntoma, ya que la causa debe ser manejada de manera crónica con una re-educación motriz general de largo plazo.
Los tumores raquimedulares constituyen una categoría heterogénea de neoplasias que afectan la médula espinal y sus estructuras circundantes. Se clasifican en tumores intramedulares, extramedulares e intradurales extramedulares, siendo los gliomas, los meningiomas y los schwannomas algunas de las variantes más frecuentes.
Desde el punto de vista clínico, los pacientes con tumores raquimedulares pueden experimentar una amplia gama de síntomas, que varían según la ubicación y el tipo de tumor. La clínica incluye dolor localizado, déficits neurológicos, alteraciones sensoriales, y disfunción autonómica, siendo esenciales para la clasificación y planificación terapéutica.
El diagnóstico de los tumores raquimedulares se apoya en estudios de imagen, principalmente resonancia magnética (RM). Esta técnica permite la visualización detallada de la médula espinal y sus envolturas, facilitando la identificación de la ubicación, tamaño y características morfológicas del tumor, así como la evaluación de posibles efectos compresivos sobre estructuras adyacentes.
El tratamiento de los tumores raquimedulares abarca enfoques multidisciplinarios, considerando factores como la naturaleza histológica del tumor, su localización y la salud general del paciente. La cirugía se contempla para la resección tumoral cuando es factible, siendo seguida por terapias adyuvantes como la radioterapia y la quimioterapia en casos de tumores malignos o inoperables.
La gestión integral de los tumores raquimedulares requiere un enfoque colaborativo entre neurocirujanos, oncólogos y radiólogos, con el objetivo de optimizar los resultados terapéuticos y mejorar la calidad de vida de los pacientes afectados. La comprensión profunda de la clasificación, clínica, diagnóstico y tratamiento resulta fundamental para abordar eficazmente esta compleja patología.
Las fracturas vertebrales representan eventos traumáticos que afectan la integridad estructural de las vértebras, dando lugar a una amplia variedad de lesiones que demandan una clasificación precisa para una gestión terapéutica efectiva. La clasificación propuesta por AOSpine, una entidad reconocida en el ámbito de la patología espinal, se basa en criterios morfológicos y mecanismos de lesión.
La clasificación según AOSpine distingue entre fracturas por compresión, torsión, distracción y complejas. Las fracturas por compresión, comunes en la región toracolumbar, involucran colapso anterior de la vértebra, mientras que las torsionales se caracterizan por fuerzas rotacionales. Las fracturas por distracción, resultado de fuerzas de tracción, y las complejas, que combinan múltiples mecanismos de lesión, completan la clasificación.
El tratamiento de las fracturas vertebrales se guía por la gravedad de la lesión y el grado de compromiso neurológico. En fracturas leves o estables, se pueden emplear métodos conservadores, tales como el uso de corsés y analgésicos, mientras que en fracturas más complejas o inestables, la intervención quirúrgica puede ser necesaria para restaurar la alineación vertebral y garantizar la estabilidad.
La comprensión detallada de la clasificación AOSpine facilita la toma de decisiones terapéuticas y contribuye a una gestión óptima de las fracturas vertebrales. La elección del enfoque terapéutico, ya sea conservador o quirúrgico, debe ser cuidadosamente considerada en consonancia con la evaluación integral de la lesión y las necesidades específicas del paciente.
Las fracturas vertebrales osteoporóticas constituyen un problema clínico significativo, especialmente en la población geriátrica, siendo la osteoporosis la principal causa subyacente. Epidemiológicamente, estas fracturas representan una carga creciente para la salud pública, con una prevalencia que se incrementa con la edad y una marcada asociación con factores de riesgo osteoporóticos.
La clasificación de las fracturas vertebrales osteoporóticas se basa en diversos sistemas, como el de Genant, que considera la altura vertebral comprometida y la morfología de la fractura. Este enfoque facilita una categorización precisa que guía la estrategia terapéutica.
Desde la perspectiva terapéutica, las fracturas vertebrales osteoporóticas demandan un enfoque multidimensional. La gestión conservadora se centra en medidas analgésicas, restricción de actividad y terapia física. Sin embargo, la vertebroplastia y la cifoplastia han emergido como intervenciones eficaces en casos de dolor persistente o fracturas inestables.
La vertebroplastia y la cifoplastia son procedimientos mínimamente invasivos que implican la inyección de cemento óseo en la vértebra fracturada para restaurar la estabilidad y aliviar el dolor. Aunque ambas técnicas comparten objetivos similares, la cifoplastia se distingue por la creación de un espacio intravertebral mediante la introducción de un balón antes de la inyección de cemento.
En resumen, las fracturas vertebrales osteoporóticas, eminentemente vinculadas a la osteoporosis, requieren una evaluación y manejo integral. La vertebroplastia y la cifoplastia, como opciones terapéuticas avanzadas, ofrecen beneficios significativos en el alivio del dolor y la restauración de la función vertebral, contribuyendo así a mejorar la calidad de vida en pacientes afectados por esta patología. La elección del enfoque terapéutico debe ser individualizada, considerando la gravedad de la fractura y la respuesta clínica del paciente.
La claudicación neurogénica de la marcha es un problema neurológico que se produce cuando los nervios de la espalda que controlan las piernas se comprimen o dañan, lo que causa dolor, debilidad y entumecimiento en las piernas al caminar o hacer ejercicio.
Los síntomas de la claudicación neurogénica de la marcha incluyen dolor en las piernas que se produce con la actividad física y mejora cuando se descansa, debilidad muscular en las piernas, entumecimiento o sensación de hormigueo en las piernas y en los pies, y dificultad para caminar largas distancias.
El tratamiento de la claudicación neurogénica de la marcha puede incluir terapia física, como ejercicios de fortalecimiento y estiramiento, y terapia ocupacional para mejorar la función diaria. Además, se pueden recetar medicamentos para aliviar el dolor y reducir la inflamación. En casos graves, se puede considerar la cirugía para descomprimir los nervios de la columna vertebral.
Es importante buscar atención médica si experimenta alguno de estos síntomas, ya que la claudicación neurogénica de la marcha puede afectar la calidad de vida y la capacidad para realizar actividades cotidianas. Con el tratamiento adecuado, la mayoría de las personas pueden mejorar sus síntomas y continuar con sus actividades diarias normales.
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